Elegancia y finura son las notas dominantes de la obra de
Pier Luigi Pizzi (Milán 1930), escenógrafo, figurinista y director de ópera.
Unas dominantes que a veces Pizzi ha llevado hasta los límites del preciosismo, y en otras ocasiones lo ha difuminado, siempre con un sabio empleo de los colores y una capacidad de síntesis que a veces reducen sus instalaciones a lo esencial, dejando sin embargo siempre advertir la solidez de la propuesta cultural sobre la que se basa.
Da gran sentido, en sus escenografías, al empleo de los objetos de escena, que asumen a menudo una notable carga simbólica hasta determinar la escancia de la representación.
Construidas por formas y volúmenes, sus montajes escénicos tienen impreso un gran rigor arquitectónico y no desdeña el empleo de máquinas y trucos teatrales típicos del teatro de los siglos XVIII y XIX, período que es su preferido y con el que se ha enfrentado a menudo.
Sus trabajos, tanto en Italia como en el extranjero, han sido premiados en innumerables ocasiones y tiene los más prestigiosos reconocimientos de la crítica internacional.